Sobre la exposición, de Suso Barrio

Tras una época marcada por la incertidumbre y el tono gris de los días recientes, la obra de Suso Barrio irrumpe como un soplo de alegría y optimismo. Su paleta vibrante y desenfadada nos invita a recuperar la mirada ingenua y festiva de la infancia, transportándonos a un universo lúdico donde reina el color, el juego y la sorpresa.
El artista nos sumerge en el imaginario del circo: clowns, trapecistas, domadoras y malabaristas desfilan ante nuestros ojos, evocando ecos de los saltimbanquis de la época azul de Picasso, pero desde una perspectiva renovada, cercana, profundamente humana.
La exposición celebra la capacidad transformadora de la infancia: esa etapa en la que todo objeto puede reinventarse, y lo cotidiano se convierte en escenario para lo inesperado. En el mundo de Barrio, las formas se profanan con humor y libertad; lo real se disfraza de juego, y la risa emerge como una forma de resistencia ante la solemnidad.
Suso Barrio no solo pinta un circo: nos recuerda que la creatividad es una forma de subversión inocente, una puerta abierta a la fascinación, al asombro y a la posibilidad constante de ver el mundo con nuevos ojos.
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